Saturday, March 25, 2006
-Abel Prieto-
«La India» es una cantante puertorriqueña de enorme éxito, también conocida como «La Princesa de la Salsa«. Ella simplemente dijo «no». Posteriormente ha manifestado que mientras no haya libertad en Cuba será imposible que de un concierto allí. Actitud que le honra. Sus argumentos no han podido ser más claros. A pesar de que un millón de dólares es un millón de dólares ella ha preferido renunciar a él y honrar la memoria de su amiga y madrina Celia Cruz. Tampoco ha querido faltar al respeto a todas las personas que han muerto defendiendo la libertad en Cuba, que aún hoy están siendo privadas de sus libertades o que viven, con anhelo, lejos de su patria.
-La "India"-
El pueblo cubano se muere de hambre y su Gobierno se gasta el dinero en conciertos. Lo hace con gesto de señorito peripuesto «a esa me la llevo yo pa’Cuba» pudo haber dicho el Ministro. Las actividades culturales están muy bien y enriquecen el alma. La música amansa a las fieras, dulcifica y humaniza (¿funcionará con la sanguinaria fiera de Castro?).
«La India» podría haber elegido ir a la isla, actuar, cobrar tan nada despreciable cantidad y desentenderse de los problemas de los demás. Pero no lo ha hecho. En muchos círculos de la izquierda europea, incluyendo la española, hubiera sido aplaudida y porque no decirlo, el actuar en Cuba le podría haber supuesto grandes contratos. Habría sido festejada por el progrerío y la modernidad.
Por suerte para la humanidad y la libertad aún hoy existe gente con las cosas claras, con principios. Gente que no vende sus ideas de libertad por una gran suma de dinero o que antepone la defensa de los derechos humanos a un plato de comida. Gente verdaderamente admirable.
Mi mas sincera gratitud a todos ellos que nos dan lecciones de civismo.
Link a la página de Hispalibertas en que se publicó el artículo con comentarios de los lectores: http://www.hispalibertas.com/noticias/2006/03/22/gente-con-principios-gente-admirable.html
Monday, March 20, 2006
En el rancho de los Bush estaban todos, el Presidente, la Primera Dama, sus hijas, Condoleezza, etc. y todos ellos esperando a la feliz pareja formada por José Luís y nuestro brillante Ministro de Exteriores, Sr. Desatinos. Una vez estuvieron instalados, ambos despacharon con el Presidente de la Primera Potencia mundial y con sus consejeros, que escuchaban asintiendo. Allí nuestro José Luis adquirió varios compromisos, y todos ellos muy racionales, justos y provechosos para España, EE. UU. y la libertad en el mundo. Dejar de apoyar a las “democracias” populistas de Hispanoamérica, lo que conllevaba no vender armas a Chávez, defender los intereses económicos de España en Bolivia o volver a apoyar a los disidentes cubanos en su clara defensa de la libertad en su país. También llegaron a un acuerdo acerca de un tema de trascendental importancia para España, la autodeterminación del Sahara. Ambos se comprometieron a buscar una solución digna para el pueblo saharaui lo más rápido posible.
Cuando llego a España se repitió la misma situación que cuando lo comunico. No cabía en si mismo, parecía una persona nueva, vital, esperanzada. Eso posiblemente se lo había dado el hecho de haber encontrado una política exterior racional. Presumió todo lo presumible y mucho más.
Pero como dejo escrito Calderón, “los sueños, sueños son”. Y todo tiene su final. Se acabo el Imperio de Carlos V, se acabaron los 8 años de gobierno de Aznar, sin duda los mejores de la Democracia, y también se tuvo que terminar mi sueño. Eran las siete de la mañana y había que saltar de la cama, yo a laborar y Zapatero con los siniestros populistas de Hugo, Evo, Lula con el Gran Patriarca Castro, por un lado, y el amigo Mohamed, por el otro.Que se le va a hacer, no todas las historias tienen un final feliz y menos si están por medio nuestro Presidente y Moratinos.
Saturday, March 04, 2006
Tales instituciones son fundamentalmente de dos tipos: por una parte, las que operan en el plano personal, ofreciendo prestaciones económicas a los individuos que necesitan recursos por haber agotado su vida activa (pensiones), por carecer de trabajo (seguro de desempleo) o por otros motivos (maternidad, enfermedad u orfandad) y se financian con las cotizaciones sociales; y, por otra, las que se configuran como servicios públicos de acceso universal (sanidad y educación) y se financian con los impuestos y transferencias que el Estado pone a disposición de las comunidades autónomas. Pues bien, el acceso a las instituciones del primer tipo ha de ser necesariamente desigual, dado que operan en favor de las personas que cuentan con menos recursos, lo que en el plano geográfico ha de reflejarse en una utilización más frecuente dentro de las regiones más pobres. Y así ocurre efectivamente, pues mientras que un 64 por ciento de los extremeños son perceptores de prestaciones sociales, tal proporción alcanza a sólo un 44 por ciento de los madrileños. Pero, para que las segundas alcancen a toda la población por igual y se configuren como instrumentos de la equidad social, se necesita que la disponibilidad financiera de los gobiernos regionales sea más bien igualitaria. Y, de nuevo, eso es lo que se verifica en la España actual, pues en tanto que el de Madrid cuenta con unos 2.375 euros por cada habitante, el de Extremadura dispone de alrededor de 2.345.
Por tanto, se puede concluir de todo esto que, a partir del principio de solidaridad entre las regiones, España ha configurado unas instituciones que, sin ser perfectas, han logrado un resultado encomiable en el ámbito de la equidad social y otro no desdeñable en el de la equidad económica, haciendo así que las ideas de «garantizar la convivencia... conforme a un orden económico y social justo» y de «asegurar a todos una digna calidad de vida» sean algo más que la mera retórica propia del preámbulo de una Constitución. ¿Por qué, entonces, nos enfrentamos ahora a un cuestionamiento radical de estas instituciones? Las decisiones adoptadas en los acuerdos entre el presidente del Gobierno y el máximo dirigente de CiU con respecto a la reforma del Estatuto de Cataluña se orientan en ese sentido, pues, como ha enfatizado ese partido, «el nuevo modelo de financiación pone límites a la solidaridad» y hace que «Cataluña no contribuya más a financiar las infraestructuras de las regiones pobres». Tan es así, que de generalizarse ese modelo, como por otra parte es inevitable, la Comunidad de Madrid pasará a disponer de 2.563 euros por habitante en su presupuesto -lo que redundará en unos mejores servicios educativos, sanitarios y sociales-; pero Extremadura sólo tendrá 1.461 euros para cada uno de sus ciudadanos -con lo que, inevitablemente, tendrá que acabar cerrando escuelas y hospitales-.
Digámoslo de otra manera: la propuesta de reforma estatutaria en Cataluña constituye un ataque en toda regla a las instituciones de solidaridad y va a provocar, con toda seguridad, un aumento de las desigualdades regionales, rompiendo la equidad social. Que esta sea una propuesta aceptada por el PSOE no se comprende, pues ataca el núcleo esencial de la ideología socialdemócrata en favor de la vieja noción totalitaria de que es posible subordinar la economía a la política. Una noción que, como la historia del siglo XX nos enseña, cuando ha alcanzado a determinar las acciones del Gobierno, siempre ha provocado un freno al desarrollo económico y un empobrecimiento de las clases menos favorecidas, a la vez que una concentración de la riqueza en las manos de los que, por una u otra vía, se encuentran en los aledaños del poder.