Monday, March 20, 2006

-Sueños que sueños son-


El otro día soñé. Soñé con una España unida, una España solidaria, en libertad, abierta, respetada en el extranjero e incluso hasta querida. Soñé, !Ay! con José Luís Rodríguez. En el sueño también aparecía George W. Bush. Ambos, aunque parezca poco creíble, estaban manteniendo una conversación telefónica. Bush, el amigo del Presidente Aznar, le invitaba a pasar un fin de semana a su rancho tejano. Rodríguez orgulloso, como si anunciase la rendición incondicional de ETA, lo comunicaba en rueda de prensa. No cabía en si de gozo. Transcurrido un tiempo, nuestro “Presidente por accidente” viajó a los Estados Unidos de América, tierra de libertad. Allí tras declarar abiertamente la guerra a los totalitarismos integristas, en el mismo lugar donde estos segaron miles de vidas, se traslado a Texas. Texas, el árido escenario de tanto ensueño infantil, Texas, de mayoría republicana, de patriotas, de americanos mayúsculos, volvía a reencontrarse con un Presidente del Gobierno de la España que la colonizó.
-ZP arrolla al Presidente de la primera potencia mundial-

En el rancho de los Bush estaban todos, el Presidente, la Primera Dama, sus hijas, Condoleezza, etc. y todos ellos esperando a la feliz pareja formada por José Luís y nuestro brillante Ministro de Exteriores, Sr. Desatinos. Una vez estuvieron instalados, ambos despacharon con el Presidente de la Primera Potencia mundial y con sus consejeros, que escuchaban asintiendo. Allí nuestro José Luis adquirió varios compromisos, y todos ellos muy racionales, justos y provechosos para España, EE. UU. y la libertad en el mundo. Dejar de apoyar a las “democracias” populistas de Hispanoamérica, lo que conllevaba no vender armas a Chávez, defender los intereses económicos de España en Bolivia o volver a apoyar a los disidentes cubanos en su clara defensa de la libertad en su país. También llegaron a un acuerdo acerca de un tema de trascendental importancia para España, la autodeterminación del Sahara. Ambos se comprometieron a buscar una solución digna para el pueblo saharaui lo más rápido posible.
Cuando llego a España se repitió la misma situación que cuando lo comunico. No cabía en si mismo, parecía una persona nueva, vital, esperanzada. Eso posiblemente se lo había dado el hecho de haber encontrado una política exterior racional. Presumió todo lo presumible y mucho más.
Pero como dejo escrito Calderón, “los sueños, sueños son”. Y todo tiene su final. Se acabo el Imperio de Carlos V, se acabaron los 8 años de gobierno de Aznar, sin duda los mejores de la Democracia, y también se tuvo que terminar mi sueño. Eran las siete de la mañana y había que saltar de la cama, yo a laborar y Zapatero con los siniestros populistas de Hugo, Evo, Lula con el Gran Patriarca Castro, por un lado, y el amigo Mohamed, por el otro.Que se le va a hacer, no todas las historias tienen un final feliz y menos si están por medio nuestro Presidente y Moratinos.

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